Los hombres ya no quieren llevar traje y corbata; así es la nueva elegancia masculina

2023-03-16 16:44:13 By : Mr. bo zhang

Thimothée Chalamet a Venecia con un look de Haider Ackermann i gafas Cartier con la espalda abierta

Raquel Fernández Sobrín

Hace siete años Barney’s New York realizó una encuesta entre sus clientes masculinos con el ánimo de entender cómo tomaban las decisiones de compra. La mayoría aseguró desear vestir de manera “correcta” en cualquier ambiente. Sin pretenderlo, aquellos que trataban de resolver un hipotético misterio acabaron confirmando que el consumidor había interiorizado los principios sobre los que habían construido su negocio, asentado sobre la idea de la existencia de un buen gusto. A los grandes almacenes, que cerraron en el 2020 tras 97 años de actividad, de hecho, les sobrevivieron esos principios.

Durante años se ha confiado en que existe una única fórmula adecuada de presentarse en las citas cotidianas o en las ocasiones importantes de la misma forma que se asume con naturalidad que los calzoncillos vienen en packs de dos y los calcetines en paquetes de tres. Que las camisas son sport o de vestir, que un pantalón chino es comodín o que la sastrería tiene que ser rigurosamente aburrida, y que para cubrir la necesidad que en determinado momento puede surgir de cada uno de ellos solo hay que dirigirse al departamento con su nombre. 

Visto desde lejos, el paisaje de las firmas de moda masculina parece demasiado plano para corresponder a una industria en ascenso: a lo largo de este año se espera que el mercado crezca un 5,7% frente al 2,89% del femenino. ¿Se sostiene un negocio que según Euromonitor International alcanzará los 547.900 millones de dólares en el 2026 en consumidores que, dicho en pocas palabras, visten casi igual? No exactamente.

Un vistazo alrededor basta para apreciar que después de mucho tiempo (el primer cambio drástico de estilo vivido por los hombres sucedió con la llamada “gran renuncia masculina” en el siglo XIX, cuando redujeron al mínimo la expresión de riqueza de sus ropas para relegar el papel de altavoz de estatus al guardarropa de sus mujeres, y el segundo llegaría en los ochenta representado por el casual Friday) algo está cambiando. El hombre está más dispuesto a experimentar, a pasárselo bien y, por supuesto, a utilizar la ropa para expresar sus ideas.

Marvin Gaye fue uno de los artistas más inteligentes y políticamente reivindicativos del siglo XX. Se vistió para serlo.

Entra Harry Styles. Styles con un traje de dos piezas de cintura ajustada tocado por una flor de dimensiones desproporcionadas firmados por Harris Reed para Nina Ricci. Styles con una blusa transparente de Gucci. Styles con un escotado mono de lentejuelas de EgonLab. Cada una de sus apariciones y las últimas colecciones masculinas de Saint Laurent prueban que al hombre se le puede aplicar el adjetivo “sexy” de la misma forma que hasta ahora solo se ha aplicado a la mujer. 

Al británico de 29 años, eso sí, le han llovido unas críticas que poco tienen que ver con el sentido del gusto. Su look, que cruza cómodamente las fronteras de lo que tradicionalmente se ha considerado indumentaria propia del hombre o la mujer, y su uso de símbolos queer han generado sospechas de queerbaiting, es decir, de querer ganarse el apoyo del público LQTBIQ+ sin haber manifestado nunca pertenecer a esa comunidad.

Miuccia Prada y Raf Simons recuperan piezas del armario infantil

No es el único artista que ha decidido convertir sus elecciones estilísticas en una bandera del pensamiento avanzado. Benito Antonio Martínez Ocasio, más conocido como Bad Bunny, empezó haciéndose la manicura, continuó con la moda de género fluido y llegó a besar a un bailarín durante su actuación en los MTV Video Music Awards. Viniendo de un cantante de reguetón, un género marcadamente heteronormativo, es una clara señal de progreso.

Para desentenderse de la masculinidad arcaica no hace falta ponerse falda como Brad Pitt en el estreno de Bullet Train en Los Ángeles u Oscar Isaac en la de Moon Knight en Londres. Matty Healy, líder de la banda The 1975, lleva trajes al estilo The Beatles mientras canta “Pensé que estábamos peleando, pero parece que te estaba haciendo luz de gas”. Nada hay más moderno que entender la diferencia entre discutir y manipular.

El cantante Matty Healy, líder de The 1975, se ha convertido en un icono por sus letras

Thimothée Chalamet, Steve Lacy o Lucien Laviscount también forman parte del grupo de hombres que están cambiando las normas de etiqueta. Para ellos son los mandilones de cuadros vichy de Prada, las sobrefaldas de Dries van Noten o los trajes rosas de Zegna. Todos son herederos de figuras como Bowie o Marvin Gaye y, en cierta medida, de iconos de estilo universalmente aceptados como Steve McQueen o Paul Newman. Todos tienen una cosa en común. Están (o estuvieron) siempre cómodos en su ropa. Y eso es lo único que hace de un look la elección correcta. 

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